Con basura y sin relleno / Voy y vuelvo

De nada sirve solucionar el lío de la recolección de basuras si no se acaba con la cultura de los escombros que pululan en calles y avenidas.

Parece increíble, pero prácticamente se nos fue la semana sin que un solo día se dejara de hablar del tema de las basuras en Bogotá -que ya francamente empieza a cansar-. Y a pesar de todo, hoy, a nueve días de que la Empresa de Acueducto, con su filial Aguas de Bogotá, asuma la prestación del servicio, seguimos en las mismas: no tenemos ni idea de qué va a pasar.

Ríos de tinta se nos han ido explicando lo que nadie ha podido entender. Todo se vuelve reactivo: un día reclama el Alcalde, al otro día el Personero; un abogado con ‘rabo de paja’ anuncia demandas contra el mandatario; horas después alguien recuerda la advertencia de la Procuraduría; gritan concejales y congresistas porque Petro se extralimita o porque los privados quieren acaparar el negocio.

Por si fuera poco, los recicladores -en el centro de la polémica-, a los que el Alcalde asegura que quiere formalizar, terminan abofeteando y amenazando con varilla a los funcionarios de ese mismo Alcalde. Y como si faltara más en este circo, salen a relucir conversaciones en las que se discute cómo sonsacarle empleados e información a la competencia. Sí, aunque suene repetitivo y obvio, nunca la frase ‘algo huele mal’ le había quedado mejor puesta a un tema como a este del aseo.

Y los operadores, callados. No dicen ni pío. Están en el ojo del huracán, y solo sabemos de avisos donde anuncian las nuevas tarifas que cobrarán a partir del 18. O exhiben camiones nuevos y brillantes porque, según ellos, nadie les impedirá seguir prestando el servicio. Viven encerrados hasta la madrugada, planeando estrategias y comunicados. Los ciudadanos merecemos conocer qué están pensando; finalmente les pagamos por un servicio, y tenemos derecho a saber qué va a pasar con él… y con ellos.

¿Qué es lo único claro? Que la Alcaldía, por encima de todo, saldrá a recoger las basuras. Y que los privados no han dicho que no harán lo mismo. ¿Por qué? Porque, según la Alcaldía, la Corte le ordenó asumir las riendas del servicio e incorporar a los recicladores en el negocio. Y los privados sienten que la ley de servicios públicos, las superintendencias del ramo, la Contraloría y la Procuraduría les amparan el derecho a seguir con su labor, pues la ciudad quedará a merced de la libre competencia. ¿Qué puede suceder? Según el Alcalde, la Policía detendrá los camiones de los operadores que estén prestando el servicio sin autorización y les impedirá el acceso al relleno sanitario Doña Juana.

Pero la peor noticia no es todo esto, sino el hecho de que ese relleno no da más. Tiene un año de vida útil. La Gobernación de Cundinamarca -con quien el Alcalde no tiene las mejores relaciones- no se muestra dispuesta a facilitar terrenos en Mondoñedo. ¿Entonces? Pues a reciclar. ¿Cómo? Tampoco lo han dicho. Hablan de la bolsa negra y la bolsa blanca, pero eso no es suficiente. Reciclar es más que separar desperdicios, es un tema cultural, y de cultura nos va quedando poco, a juzgar por lo que le hacemos a la ciudad.

A fin de cuentas, yo lo único que espero, como miles de ciudadanos, es que quien recoja la basura lo haga bien: que pode, limpie el andén, impida los escombros, multe a los avivatos que desbaratan media casa y quieren que se la lleve el camión recolector. Y eso sí: levantaré un monumento al que sea capaz de evitar que postes y paredes sigan siendo víctimas de vándalos y chambones que los invaden con grafitis que no lo son, que anuncian negocios de poca monta, promueven teléfonos de leguleyos para tramitar escrituras o cursos de cuanta pendejada se les ocurre para tumbar a la gente. Que al menos hagan eso.

Fuente: http://www.eltiempo.com/colombia/bogota/con-basura-y-sin-relleno-ernesto-cortes-fierro-editor-jefe-el-tiempo_12435452-4

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