No debe de ser fácil consolidar una licitación que deje tranquilos a usuarios, operadores y Gobierno, como la que acaba de abrir la Alcaldía de Bogotá para la prestación del servicio de aseo. Se trata de un negocio de 4,8 billones de pesos, a ocho años, y de nuevas reglas de juego para quienes decidan involucrarse en él.
Luego de siete años, la Unidad Administrativa de Servicios Públicos (Uaesp) logró poner en marcha dicha subasta, que estará abierta hasta el 17 de noviembre. Entre las novedades figuran –además de la recolección de basuras– la limpieza de fachadas y puentes, la disposición de llantas, cerca de 10.000 contenedores en puntos estratégicos de la ciudad para el depósito de material aprovechable y no aprovechable, vehículos recolectores menos contaminantes y cobertura plena, incluyendo el área rural de Bogotá. Este servicio integral se prestará por áreas exclusivas, lo cual garantiza que se puedan atender por igual tanto las zonas más rentables como las que lo son menos. Y es aquí donde muchos empresarios han puesto el grito en el cielo, pues preferían un esquema de competencia libre, lo que, en palabras del Distrito, no garantiza la equidad al brindar el servicio.
El otro punto para destacar es la mayor calificación que se les dará (45 puntos) a quienes incluyan un descuento en la tarifa final al usuario y aporten recursos adicionales a la ciudad (30) para apalancar la instalación de canecas, operativos especiales de limpieza, la remoción de publicidad ilegal y el manejo de escombros, entre otros fines. Si todo marcha como hasta ahora, a comienzos del 2018 se firmarían los contratos con los operadores seleccionados, y Bogotá dejaría atrás el modelo improvisado que viene funcionando desde la pasada administración. El buen rumbo que tome el asunto dependerá esencialmente de dos cosas. La primera, la capacidad de respuesta del gobierno distrital al cúmulo de reclamaciones que seguramente llegarán. Una licitación millonaria como esta suele generar suspicacias, de ahí que se hayan planteado tres alternativas de evaluación para los proponentes. Y hace bien la Alcaldía en blindar el proceso con Procuraduría, Contraloría y Super-industria y tramitarlo a través de Colombia Compra Eficiente. En segundo lugar está el aspecto político. Si en el pasado cambiar el modelo le costó la suspensión del cargo al entonces alcalde por la forma como se manejó y fue aprovechado por sus enemigos para pedir la revocatoria, en la actual coyuntura el tema electoral también puede causar ruido. Y la manera de contrarrestarlo es con información clara y transparente. Los recicladores, a su vez, deben entender que el actual modelo consulta la inclusión formal ordenada por la Corte Constitucional y que quienes no han conseguido formalizar su labor tienen que hacerlo. Es el único modo de garantizar su trabajo de cara a las nuevas circunstancias. Por último: reciclar no es una opción, ha de convertirse en una obligación que nos impongamos todos, por el bienestar de nuestra propia comunidad y de la ciudad, que no resiste más el cúmulo de desperdicios recibidos por el relleno sanitario. Así lo han evidenciado las recientes emergencias.
Fuente: http://www.eltiempo.com/opinion/editorial/la-apuesta-por-el-aseo-licitacion-de-aseo-en-bogota-139846