EN PLATA BLANCA Nhora Padilla, presidenta de la Asociación de Recicladores de Bogotá, habla del nuevo esquema de recolección de la ciudad, de su historia familiar y del oficio que conoce desde niña.
MARÍA JIMENA DUZÁN: ¿A qué edad empezó usted a reciclar basura? NHORA PADILLA: Desde muy chiquita. Las familias de mi mamá y de mi papá llegaron a Bogotá, desplazados de los Llanos en la época de La Violencia e hicieron una invasión en el barrio Las Cruces. Como no había trabajo, les tocó salir a la calle a rebuscarse el sustento reciclando basura. Cuando ya teníamos un ranchito, mi papá encontró trabajo en la construcción de carreteras, pero eran trabajos temporales. Mi mamá en cambio siguió cuidando animales y trayendo basura y fíjese usted, fue el reciclaje lo que finalmente nos dio el sustento para sobrevivir. Descubrimos que con el reciclaje la ganancia era por todas partes: mi mamá podía estar con sus hijos porque mientras separaba la basura nos cuidaba y por otro lado, le generaba un ingreso.
N.P.: Me crié yendo al basurero de Britalia. Cuando nos devolvíamos a Las Cruces, pasábamos por barrios de clase media que producían muy buena basura. Como empezamos desde muy chiquitos a recorrer sus calles la gente nos regalaba el reciclaje y lo que no se comía nos lo daba. De ahí sacamos los cuadernos, los zapatos para ir a la escuela. Por eso digo: yo no escogí estar entre la basura. Mi mamá escogió por nosotros. Lo cierto es que gracias al reciclaje fui a la escuela pública y pude hacer una carrera intermedia: soy administradora en planeación pública. Pero fue por un profesor de la escuela que después fue comandante de las Farc, que aprendí que si no nos organizábamos no íbamos a crecer. Por eso cuando se cerró el botadero en Bogotá que era a cielo abierto para empezar a hacer un relleno sanitario, creamos las primeras cooperativas con la ayuda del alcalde de entonces, Jaime Castro. De eso hace 25 años.
M.J.D.:Según una sentencia de la Corte Constitucional de 2003, los recicladores deben ser tenidos en cuenta en el manejo de las basuras. ¿Les han cumplido? N.P.: No, hasta hoy no nos han cumplido. En ciertas áreas hemos avanzando pero muy lentamente. Durante la alcaldía de Garzón se hicieron las primeras rutas de reciclaje. Sin embargo, después vino el alcalde Samuel Moreno quien tomó la decisión de abrir una licitación en la que nos sacaba y les daban el reciclaje a los empresarios privados. Como ya se sabe, esa licitación se cayó y la Corte le volvió a exigir a la administración distrital cumplirle a los recicladores. En esa pelea seguimos.
M.J.D.: Y en el entretanto, han surgido empresas privadas que reciclan la basura mucho más tecnificadas que ustedes. Ese es el caso de Ecoeficiencia, la empresa de propiedad de los hijos del expresidente Álvaro Uribe. ¿Le han quitado mercado? N.P.: ¡Pues claro! Esa empresa se creó durante el primer mandato del presidente Uribe y como era de suponerse nos ganó mucho terreno. Muchas empresas que les entregaban sus desechos a los recicladores como por ejemplo la zona industrial, ahora se los dan a ellos. Es evidente que nos toca tecnificarnos pero nunca vamos a tener los recursos para hacerlo si nos siguen incumpliendo los acuerdos.
M.J.D.: ¿Por qué insiste en que hay que cambiar el actual manejo de las basuras de la capital? N.P.: Para nadie es un secreto que los operadores privados, si bien han venido recogiendo mucha basura en la ciudad hacen esa labor a un costo muy alto para el bolsillo de los capitalinos. Mire lo que le voy a decir: mientras ellos obtienen ganancias millonarias por recoger el 75 por ciento de las basuras, a nosotros que recogemos el otro 25 por ciento no se nos reconoce ni un peso. Y lo que no se nos reconoce le entra a los empresarios del aseo. Pero además, mientras a ellos les pagan por no reciclar, el precio del material que vendemos producto del reciclaje es muy bajo. En este momento está a 200 pesos el kilo y para que un reciclador pueda sacarse un salario mínimo tendría que recogerse cuatro o cinco toneladas al mes, lo cual es imposible. ¡Hoy con todo el esfuerzo que hemos hecho, conseguimos que casi 15.000 recicladores recogan 1.400 toneladas! Diariamente un reciclador puede recoger entre 100 y 150 kilos diarios y eso le representa entre 10 o 12.000 pesos diarios. ¡Imagínese! Con la nueva propuesta hecha por el alcalde Petro los recicladores tendríamos ganancias por lo que logramos vender más una parte de la tarifa. Eso es lo más justo.
M.J.D.: Pero si está tan de acuerdo con el alcalde ¿por qué salió en Blu Radio a poner el grito en el cielo cuando el alcalde propuso entregarle la recolección de basuras a los recicladores? N.P.: ¡Es que la propuesta nos tomó por sorpresa! El alcalde nunca la trabajó con nosotros y reaccioné así porque los recicladores tenemos que ser responsables y es claro que no podemos asumir toda la recolección y el reciclaje de la basura de Bogotá. Nosotros hemos venido peleando por que nos reconozcan la fracción del 25 por ciento de las basuras de la ciudad como lo dejó en claro la sentencia de la Corte y que se nos pague por ese trabajo…y de pronto resulta que nos ofrecen el 100: ¡cómo no me iba a exaltar! Por eso pedí la reunión con el alcalde para que nos explicara que era lo que había dicho.
M.J.D.: ¿Y luego de que tuvo la reunión con el alcalde Petro entendió mejor la propuesta o está tan confundida como lo estamos todos los bogotanos? N.P.: Fue una reunión muy productiva. Aclaramos las dudas frente a lo que tiene que ver con los recicladores. Acordamos que en cumplimiento de la sentencia de la Corte, se nos va a pagar por la basura y que ese pago se haría a través de la empresa de acueducto. Si nos apoyan, los recicladores podríamos, aumentar nuestra capacidad y a aspirar a recoger el 35 o 40 por ciento, pero no más de allí. Y según lo que he entendido el porcentaje restante caería en manos de la empresa de acueducto que podría subcontratar a operadores privados o hacerlo directamente.
M.J.D.: ¿No le parece que la propuesta está todavía biche? N.P.: Mire, en Medellín la basura la recogen las empresas públicas y no veo por qué aquí no se pueda hacerse lo mismo. Puede que la propuesta todavía tenga algunos vacíos pero la ciudad tiene que replantear su sistema de aseo con miras no de aquí a cinco años sino de aquí a cien. Ahora si usted me pregunta, yo desearía que el alcalde llegara a un acuerdo con los operadores privados actuales para que presten el servicio pero bajo otros parámetros.
M.J.D.: ¿Cuáles parámetros serían? N.P.:Pues que inviertan sus millonarias utilidades en tecnología para estudiar todo el tema de las implicaciones que hay en el enterramiento. Se está enterrando de manera indiscriminada una gran cantidad de basuras y los rellenos sanitarios tienen un tiempo de vida muy corto. Podríamos tener dentro de dos años muy buena recolección pero problemas en la manera como estamos enterrando la basura. Este esquema de aseo promueve que se compacte la basura para enterrarla, sin necesidad de que se separe antes y eso está mal.
M.J.D.: Hace ya varios años, usted me sorprendió con esta frase: “los recicladores sabemos descifrar a la gente por la basura que botan”. ¿Cómo funciona esa filosofía? N.P.: Por la forma en que manejan los desechos se conoce a la gente. Por ejemplo, los que no ponen la comida en una bolsa plástica limpia ni se la entregan en la mano al reciclador o se la regalan a alguien por la calle, sino que la mezclan con el papel higiénico, con el frasquito de la mermelada y con el kilo de papel de su oficina, son personas descuidadas y egoístas a las que les importa poco la sociedad y el resto del planeta: no entienden que en la calle hay gente que puede utilizar sus residuos para tener ingresos, sobrevivir y llevarle el sustento a una familia; no entienden que esa basura sin seleccionar llega al botadero a generar lixiviados que contaminan los ríos, las aguas subterráneas, contribuyendo a emitir gases contaminantes.
M.J.D.: Usted habla con la sabiduría de quien conoce la trastienda de la sociedad en que vivimos. ¿Qué es lo que uno se encuentra en las canecas? N.P.: De todo. Hemos encontrado desde cadáveres, niños muertos, cosas valiosas, plata, dólares. Con decirle que hice mi formación a punta de los libros que me encontraba. Cuando yo entré a la escuela de ocho años yo ya sabía leer porque las monjas del Colegio del Rosario me habían enseñado pero tengo que decir que me ayudaron mucho los cuentos de Memín, de Arandú, de Kalimán, que encontraba en la basura. En segundo de primaria yo ya me había leído La rebelión de las masas, Las venas abiertas de América Latina y las novelas de Fernando Soto Aparicio. He tenido la fortuna de no haberme comprado nunca un libro.
M.J.D.: ¿Por qué cree que la sociedad colombiana no ha aprendido a reciclar en sus casas y ha delegado en ustedes esa función? N.P.: Por que no ha entrado en razón de lo ventajoso que es el reciclaje y en eso tienen mucha responsabilidad el estado y los operadores privados. Unos y otros han dejado de hacer una tarea que están obligados por la ley 142 que les exige enseñar a la comunidad el manejo adecuado de los residuos. En eso también habría que pasarles una cuenta de cobro. Mire, el día que no haya relleno sanitario, y ese día está por llegar, la basura se va a quedar en la ciudad. Si desde ahora separamos bien en las casas, no solamente estamos ayudando a generar trabajo, industria, nuevos productos sino que estamos mitigando el efecto que tiene el enterramiento.
M.J.D.: Usted ha luchado toda su vida por dignificar a los recicladores, pero todavía hay mucha gente que los ve por las calles y cree que son ladrones, bazuqueros… N.P.:Es que la gente como ve la basura revuelta y fea, cree que los que vivimos de ese mundo somos iguales. Pero para nosotros era y sigue siendo un mundo muy bacano. Nosotros no vemos la basura: nosotros vemos los zapatos, los cartones, los vidrios, la comida. Vemos lo que otros no ven.
Fuente: http://www.semana.com/nacion/vemos-otros-no-ven/187214-3.aspx